domingo, 27 de abril de 2008

XXXI MARATÓN POPULAR DE MADRID - 27 ABRIL 2008





Tengo 44 años y en octubre de este año cumpliré 45. Mido 1,81 de complexión atlética, y cuando empecé a correr pesaba 89,2 kg. Tras finalizar la maratón pesaba 81,2 kg. Siempre me ha gustado practicar todo tipo de deportes: natación, atletismo, judo, esquí, escalada, windsurf, tenis, bicicleta de montaña y pádel. Desde hacía varios años practicaba mensualmente pádel. Practicar este divertido deporte me supuso dos roturas de gemelo, la peor en la pierna izquierda, en la derecha no tuve secuelas. En febrero de 2008 dejé de practicarlo para evitar contratiempos. A cambio me apunté a clases de Yoga Iyengar dos veces por semana.


Empecé a correr” el viernes 1 de diciembre de 2006 siguiendo el plan de seis semanas para llegar a los 5km. El 10 de mayo de 2007 comenzaba de manera continua a correr una hora cada tres días.


Hasta el 27 de abril de 2008 he recorrido 2.249 km; semana tras semana casi ininterrumpidamente (menos una semana). He participado durante ese tiempo en once carreras populares, de las cuales tres han sido medias maratones (Azuqueca07, Getafe08 y Madrid08). Además he hecho dos tiradas largas por encima de los 28 kilómetros, una de ellas era de montaña. Para llegar hasta la maratón, he seguido desde el 2 de enero de 2008 el plan de entrenamiento de runners para acabar el maratón por debajo de cuatro horas y media. La primera semana del plan no pude cumplirla porque me faltaban semanas desde el momento que decidí por ese plan. Pasé directamente a la segunda semana. No llegué a completar el entrenamiento de series de la decimoséptima semana, 16 de abril, porque el día en el que precisamente se disputaba la final de la copa del rey de fútbol entre el Valencia y el Getafe, me sorprendió una lluvia torrencial que me dejó completamente empapado sin posibilidad de terminar mi segundo y tercer 4000, salvo que por continuar cayera enfermo de pulmonía o similar.


He corrido con viento. Desde el 5 de marzo el tiempo ha sido bastante inestable. Casi siempre coincidía el viento y la lluvia con los días en los que tenía que hacer series. En alguna tirada larga el viento era demoledor. He corrido con lluvia. No una lluvia ligera o imperceptible sino lluvia de calar hasta los huesos. He corrido con chubasquero hasta las rodillas para seguir entrenando. He corrido con viento frío que me ha provocado varios catarros. Aún así seguí entrenando.


El 22 y 23 de enero de 2008 “me hice una prueba de esfuerzo” y resultó que tenía vía libre para correr lo que quisiera. Sin embargo llevaba acusando desde marzo de 2007 molestias detrás de la rodilla de la pierna izquierda si bien me afectaba a toda la pierna desde los dedos a la cadera. Pensé que el problema era de la pisada y aunque me hicieron unas plantillas que mejoraron mi pisada el problema persistía. Acudí a un médico deportivo y fisioterapeuta y resultó que la L5 era la causa de las dos contracturas que tenía en el gemelo e isquiotibial, respectivamente. Fui a rehabilitación e hice ejercicios para compensar el problema de la L5. No terminé de rehabilitar la contractura del isquiotibial por falta de tiempo. Durante el plan de entrenamiento, en la segunda mitad, de vez en cuando sentía pinchazos en la planta del pie izquierdo. No quería reconocer lo evidente. Tras la maratón y al acudir a fisioterapia me confirmaron que aunque reciente había estado corriendo con fascitis plantar.


Entre medias de todo eso tras recuperarse mi mujer de una delicada intervención de corazón, intervinieron a mi suegra el 4 de abril de una valvuloplastia y salió mal, lo que provocó una siguiente operación a corazón abierto el lunes siguiente y al siguiente una traqueotomía. Sigue en la UVI. Además ese lunes daban de alta a uno de mis hijos a quién el viernes anterior le habían operado de apendicitis. El viernes anterior al maratón uno de los médicos nos comunicó que posiblemente mi suegra no pasaría del fin de semana del maratón. Os podéis imaginar todo lo que ha venido pasando por mi cabeza las dos últimas semanas previas al maratón. Esas en las que supuestamente tienes que estar tranquilo. Por supuesto que mi decisión era correrlo no ya por mí sino precisamente por ir contra un destino que se mostraba terco.


He leído desde entonces unos cuantos libros sobre correr, los tres últimos sobre el maratón, uno sobre la ultramaratón y uno sobre nutrición. He seguido los consejos de Yolanda Vázquez y de Ullrich sobre nutrición en particular los que se refieren a la importancia de realizar un buen desayuno. También he seguido los consejos Rodrigo Gavela y Torralba quienes además me aclararon algunas cuestiones sobre el plan de entrenamiento para el maratón, entre otras muchas cosas. Por supuesto también he seguido el consejo de Martín Fiz, Fernando Marquina, Hernán Silván así como de la experiencia de otros muchos compañeros del foro. El último mes evité tomar alcohol y seguí la recomendación de vaciar los depósitos de glucógeno los tres primeros días de la última semana de preparación, para luego rellenarlos los tres últimos días.


Todo lo anterior sirva para que se tenga en cuenta que los maratones no se improvisan, que son el resultado de muchas horas y de superar muchas dificultades. Que es imprescindible hacerse una prueba de esfuerzo antes de someterse a esta prueba. Que hay que seguir un plan de preparación porque el maratón no se supera ni con vergüenza torera ni con sueños de una noche de verano. Hay demasiadas cosas en juego, la salud o la vida, como para tomárselo a la ligera.


A veces uno se salta a la torera todas las recomendaciones que se hacen por quienes ya llevan muchos kilómetros a sus espaldas y luego algunos se extrañan de las nefastas consecuencias de una mala previsión como si fuese cosa del azar.


La gloria del maratón no se si encontrará en llegar y caer fulminado, en morir en el intento, o en atravesar la meta a cualquier precio. Yo no creo que ese sea un buen objetivo. Más bien creo que el objetivo consiste en disfrutar de la carrera. A lo largo de los 42,195 km hay tiempo para ello. El aplauso del público, los ánimos, la música, el compañero o compañera que llevas al lado, la ciudad, … merece la pena ir bien preparado para disfrutar de todo eso y no llegar agónicamente a la meta. Y creo sinceramente que el salvoconducto a todo eso se encuentra en hacer bien el trabajo previo. En los meses de preparación. Pero aún así nadie ni el mejor ni el más preparado tienen asegurado el éxito.


La crónica


Llegaba a la maratón con el bagaje anterior, con dudas sobre si mi pierna izquierda me iba a jugar una mala pasada que me obligara a abandonar. Tanto trabajo. Tanto esfuerzo. Con dudas de si realmente iba a ser capaz de llegar a meta. Tenía que llegar a meta. Era mi homenaje a ese familiar que también estaba corriendo su personal maratón. Mi mujer y mis hijos, mi hermano mayor, nuestros amigos Álvaro y Curra, iban a darme ánimos en los últimos 2 km, los más duros pero los más gratificantes. También nuestros compañeros de equipo, los que no corrían, Roger, Piratafeliz, Dmosquera, Mabel, Luis, Marieta, Absenta, Nachosan, ... se habían organizado para apoyarnos a lo largo del recorrido.


Las previsiones sobre el tiempo que iba a hacer ese domingo no eran especialmente favorables por lo que se refiere al calor que se iba a alcanzar a media mañana, 26 grados.


Llevaba tabletas isostar y gel. Tenía dudas sobre el gel. Mis dudas más adelante se confirmarían.


Me levanté a las 5,45, desayuné lo de siempre; para qué variar a estas alturas. Se me pasó por la cabeza desayunar espaguetis. Ya los había cenado la noche anterior. Pero como se suele decir …”los experimentos con gaseosa”. Llego a Madrid a eso de las 7,15 de la mañana, la temperatura es buena, me voy con la camiseta del equipo “sin mangas” y no noto frío. La temperatura es buena. Mientras voy hacia el punto de encuentro con mis compañeros del T-Diesel me voy encontrando a otros corredores. Coincido con un corredor de Murcia y camino de “Cibeles” vamos hablando de lo nuestro y lo que representa para nuestras parejas convivir con esta afición.


Al lado del Palacio de Linares me encuentro con los amigos del Club Alberto Juzdado de Boadilla del Monte (Madrid), saludo a Runedor y a otros amigos con los que en otras ocasiones hemos quedado para correr en Boadilla del Monte. Me despido de ellos y voy hacia el grupo de los T-Diesel. Los encuentro en plena faena, crema de protección solar por aquí, vaselina por allá, etc. Hacemos bromas porque aquello más que una carrera parece un “solarium”, solamente faltan las toallas.


Nos habíamos reunido justo al lado de los camiones de la ropa y a eso de las 7,30 ya había muchísima gente. Aquello empieza a llenarse de corredores. Empiezan los nervios y el acudir al baño. Más adelante iría otra vez. Creo que preocupado por la hidratación o bien bebo de más o es que es inevitable tener esa sensación. No hay manera de cogerle el truquillo a eso de beber lo justo sobre todo porque habitualmente no suelo beber mucho y cuando paso de lo normal pues .... En mi segunda pasada al baño nos sobrevuela un avión tipo Hércules para efectuar saltos de paracaídas. Veo caer dos tiras de tela con la bandera de España. Supongo que son para calcular la dirección del viento para el salto. Sopla cierta brisa y más arriba debe hacer viento fuerte porque la deriva que siguen las dos tiras de tela es importante. El avión da otra pasada pero no veo saltar a nadie. Luego alguien dijo que se tiraron dos paracaidistas, uno de ellos en el retiro. Yo no los vi.


Nos hacemos fotos de equipo, nos deseamos suerte y lanzamos al viento nuestro grito de guerra ¡FUERZA Y HONOR! Antes de ir hacia la salida. Nos encontramos con Rollano y le saludamos. Continuamos y en el camino hacia la salida hay una furgoneta repartiendo agua.


Nos adentramos hacia la salida todo lo que podemos y en ese momento hacen una pasada unos aviones en perfecta formación, creo que eran seis o siete. Sueltan un humo de color crema. A punto de darse la salida vuelven a sobrevolarnos pero esta vez dejan una estela con los colores de la bandera de España. Todos aplaudimos emocionados. Es verdaderamente un momento emocionante. Nos deseamos suerte los del Equipo, el resto se ha quedado algo más atrás.


No oí ningún disparo pero empezamos a correr. Nada más pasar por el arco de salida pongo en marcha mi crono. A partir de ese momento cada miembro del equipo sigue su ritmo. Vamos juntos “Mikerunner, Treboada y yo”, situados los tres por ese orden de izquierda a derecha.


En todas las salidas siempre sucede lo mismo. Corredores que se impacientan y se van abriendo camino. Grupos de amigos que van bromeando, los que más. Corredores vestidos de forma curiosa. La marea de aquellos que van adelantando te impulsa aunque no lo quieras y de vez en cuando tienes que controlar el ritmo porque te animas a correr más rápido. Ver a corredores adelantarte provoca que inconscientemente te animes a seguir su estela.


Vamos pasando por debajo de los puentes de la “castellana”, nos saludan y aplauden y correspondemos a ese saludo. Desde el puente de “Rubén Darío” creo que es desde dónde el periódico AS tomó la fotografía que publicó el lunes. El recorrido transcurre sin pena ni gloria. Entretenidos. Nuestro ritmo es cómodo. A veces nos aceleramos y bajamos. Comprobamos Treboada y yo que los “Forerunners” nos dan mediciones de ritmos diferentes. Nos encontramos con Hizenhut y nos saludamos Está unos instantes con nosotros y tira. Va con su hijo que está tan tranquilo en el carrito. No se si es antes o después cuando veo pasar a Rollano y tengo la impresión de que va a un ritmo muy fuerte y pienso si podrá aguantar ese ritmo pues la carrera es muy larga. A la altura de los “nuevos ministerios” Mikerunners se va quedando rezagado y poco a poco nos vamos distanciando de él.


De vez en cuando “Trebo” me recuerda que vamos a un ritmo alto. Tiene ganas de pasar la cuesta. A mí tal vez porque corrí la carrera de la Ciencia y conozco la subida no me sorprende tanto. Cada cierto tiempo nos recordamos que hay que relajar los hombros, revisar la respiración y hacer una evaluación de músculos, tendones y pisada. Este mantra lo vamos repitiendo a lo largo del recorrido aunque Trebo en un determinado momento me comenta que con lo de la evaluación de músculos no pasa. Le duelen los tobillos.


Hay un corredor disfrazado de novia sobre el que caen un montón de bromas que el mismo y todos celebramos. Eso ocurre más o menos a la altura del Ministerio de Defensa. También aparecen dos chicas caminando en sentido contrario por la mediana que separa la calle con el carril bus, demasiado arregladas para esas horas luciendo unos zapatos acharolados de color chillón. Excuso decir que a partir de ese momento el cachondeo, pitidos, piropos, etc. fue la nota dominante. ¡Madrid era una fiesta!


Al llegar a la “Plaza de Castilla” no puedo evitar acordarme de la Media Maratón de la Villa de Madrid que precisamente discurre por allí. Llegamos al primer avituallamiento. Me sigue sorprendiendo que haya gente que tire los tapones al suelo, incluso las botellas cuando hay contenedores para echarlos. Entiendo que lo puedan hacer cualquiera de los corredores de cabeza pero los del pelotón? La excusa de “para eso pago impuestos” o “habiendo barrenderos que lo recojan ellos” o combinaciones varias, a mi no me vale. Los tapones pueden provocar lesiones con una mala pisada. En una ocasión más adelante pisé uno y aunque me giró el tobillo no noté nada.


Giramos alrededor de la “Dirección General del Catastro”, el edificio de ladrillo que está antes de girar hacia “Mauricio Legendre”. El camino hacia la Plaza de la República Dominicana es una “déjà vu” de la Carrera de la Ciencia pero con la diferencia de que posteriormente en la Plaza de la República Argentina giramos hacia Raimundo Fernández Villaverde.


Precisamente en esta plaza Trebo y yo hacemos una parada técnica por el exceso de agua y allí nos sorprenden las cámaras de fotos de nuestros compañeros Dmosquera, Piratafeliz y RogerR. Nadie es perfecto (así rezaba una leyenda en un bar de Granada). La alegría de ver allí a nuestros amigos es infinita. Tanta que son ellos los que nos tienen que decir que sigamos corriendo.


Hay un grupo de chicas con su madre animando a los corredores al inicio del puente. Cantan “Que el ritmo no pare no pare no, que el ritmo no pare”. Se les agradece. Más adelante creo que en el puente sobre la cuesta de San Vicente en la Plaza de España también se dejaron ver. Esos “déjà vu” se replicaron con distintas personas o grupos. El recorrido podrá ser duro pero también entretenido.


Nos dirigimos hacia “Cuatro caminos”, otra subida. Voy bastante entero. Hasta me permito girar a recoger el envoltorio de una pastilla isostar que había tirado al suelo al no acertar con el carro de basura. Con tanta gente como corre por delante, a los lados y detrás, la cuesta casi ni se nota. Además es alucinante mirar hacia arriba y ver la calle perlada de corredores.


Llegamos a Bravo Murillo y me viene el recuerdo de la media maratón de Madrid en su tramo final. Es de bajada con lo que … sin problemas. Giramos hacia la avenida de las islas filipinas. No si al final gracias al Maratón me voy a aprender de una vez por todas, las calles de Madrid.


Alguien pregunta por la calle por la que vamos. Una corredora nos dice que es “Guzmán el Bueno”. Estoy cerca de la Clínica de la Concepción en dónde se encuentra ingresada mi suegra y pienso en ella. Rezo por ella. Ya llevamos 14 km de carrera. En estas calles al ser más estrechas notas muy cercano el abrazo del público. Yo noto que sus ánimos me dan renovadas energías. Además te conviertes en el centro de todo y todo pasa ante ti como si no corrieras. Corres pero no sientes que corres. Vas dejando gente atrás pero sigue habiendo gente por delante. Esa misma sensación la había sentido en Gerona, cuando corrí por la ciudad y más tarde cuando atravesaba la calle mayor.


Llegamos a “Alberto Aguilera”. Es un tramo un tanto neutro, de transición. No recuerdo nada destacable. Llegamos a “Tribunal”. No se me puede olvidar la sorpresa de las palabras enérgicas de ánimo de “Javi Sanz” al nombrar a nuestro equipo T-Diesel. Fue todo un subidón os lo aseguro. En Tribunal estaba el padre y la hermana de Trebo. Al padre se le veía emocionado del orgullo que sentía por su hija y no era para menos.


Ya vamos por “Fuencarral”. Si la calle Guzmán el bueno se estrechaba, ésta mucho más. Es en esta calle donde cometo mi primer y posiblemente único error, tomar una bolsa de gel mezclada en agua. Intuía que con el estómago sometido al esfuerzo de correr, más el calor, más el frío del agua, ingerir un gel al que apenas estoy acostumbrado, era arriesgarse demasiado. Y así fue porque posteriormente desde “Rosales” empecé a sentir retortijones que no me abandonaron durante toda la carrera. Y con esos retortijones la duda de que podía impedirme terminar el maratón.


El paso por la “Gran Vía” tiene el sabor de correr por una de las calles más emblemáticas de Madrid. Para mí, que paso diariamente por ella aunque en sentido contrario, es una oportunidad de oro para disfrutar de la anchura y el bullicio de esa calle. Hay turistas sentados en las terrazas de algunos bares.


Pasamos por el kilómetro 16, “Callao”, punto del Madrid 2016, y hay un grupo tocando la dulzaina y el tamboril. Suenan bien. Emprendemos la bajada hacia Sol por la calle “preciados”. Hay muchísima gente animando. Suenan tambores y otros instrumentos de percusión. Cuando llegamos a “Sol” hay un escenario con un numeroso grupo de batucada. Algo debe tener la percusión que emociona. Realmente es emocionante. Otro subidón de los buenos. Me emociono y continuamos por mayor. Aquí esperaba encontrar a Marisol pero no la veo. Posiblemente sea uno de los puntos en los que hay una afluencia mayor de gente.


Mayor aunque transitada conserva su identidad de calle turística. Parece que nada la altera ni tan siquiera la carrera. Llegamos a “Bailén” y nos mezclamos con los turistas. Aquellos van a lo suyo. Algunos hasta nos miran con caras alucinadas o raras. La verdad es que yo también. Me sorprende de algunos que no se alteren o ni nos presten atención o ni aplaudan. Nos volvemos a encontrar a las chicas de la canción del “… que el ritmo no pare ….”. Se ven caras conocidas.


La calle Bailén se inserta en otro de los puntos emblemáticos de Madrid, la Catedral de la Almudena, el Palacio real, el teatro real, los jardines de Sabatini, …entramos en “Ferraz”. Aquí alguien hace el comentario de que las bromas han cesado, hay más silencio, sabemos que nos vamos acercando a la media y posiblemente al comienzo del sufrimiento. Empiezo a notar retortijones en el estómago a la altura del “paseo moret” cerca del avituallamiento. Correr así es bastante molesto y pienso si aguantaré.


Pasamos por debajo del arco del medio maratón. Por el ritmo que llevamos de mantenerlo podemos acabar antes de 4,30 horas. La “avenida de Valladolid” es bastante larga y algo ascendente. Al inicio de la avenida enfrente de una clínica nos encontramos a Luís, un amigo de Lugo de Treboada. Corre con nosotros y nos toma un poco el pelo. Que si vamos muy despacio, que le demos un poco más … le devolvemos la gracia diciéndole que para llevar 21 km se le ve muy fresco. Pasamos delante de la Hermita de San Antonio de la Florida. Hay dos hermitas idénticas, una de ellas tiene frescos de Goya y sale en algún cuadro del célebre pintor aragonés. La otra es una réplica. Nunca he entrado en ninguna de ellas. Y tampoco se por qué se construyó una réplica.


Pasamos delante de “Mingo”, una institución gastronómica del Madrid castizo o del pueblo llano si se prefiere, en la que se sirven, pollos asados, empanadas y por supuesto sidra. Más adelante se empieza a ver “Príncipe Pío” y de lejos, los jardines de Palacio Real en dónde se encuentra o se encontraba el museo de carruajes. Nos encontramos al padre y a la hermana de Trebo. Su padre sigue igual de emocionado. Creo que aguanta la emoción hasta ver que su hija lo consigue. Se reserva para el final. Al entrar en la glorieta de Príncipe pío unas chicas gritan a dos paracaidistas que van andando que si no les da vergüenza siendo paracaidistas. Los dos chavales van fundidos.


Nos adentramos por la “zona cero” del manzanares. Zona cero porque desde antes de las últimas elecciones locales más o menos sigue igual de desértica. A ver si el Alcalde se pone las pilas y se da prisa en terminar ese proyecto que en teoría debería haberse acabado ya. El recurso al cemento o similar como medio para tapizar grandes espacios de terreno solo conduce al deterioro paisajístico y social. Deseo que ese no sea el final de tan significativo espacio.


Entramos ya en los dominios de la “casa de campo”. Se que este es el punto de inflexión del maratón. El que separa la frontera entre lo conocido y lo desconocido. Aquí ya se empieza a notar cierta dispersión de corredores. Ya se empieza a notar el cansancio y la responsabilidad de soportar todo lo que queda por delante. Oigo respiraciones de cansancio. A mi compañera de carrera una chica de raza negra grita de manera entrecortada, como seleccionando las palabras, con esa dicción propia de quién no domina aún nuestro idioma pero que aún dominándolo no olvidará su dicción …como supongo que nos pasa a los demás con otros idiomas que no sea el propio …le grita … “vamos …. Chica … guapa …” Nos hace sonreir. A todo esto hay que decir que sentía un poco de envidia sana, lo era, porque a Trebo, no hacen más que jalearla. Yo me quejo del desigual trato y ella me dice que me quite la gorra para que me vean mis canas a lo Richard Gere y que espere a ver.


En el paseo de los plátanos nos encontramos a “Nachosan” que corre con nosotros un rato y se queda para esperar a “Ladysport”.


Sabemos que la carrera empieza a ser dura y eso se nota. Yo no le digo a Trebo lo de mi dolor de estómago para que tenga las mínimas preocupaciones. Además nos vamos apoyando el uno en el otro y se que es bueno tener confianza en tu compañero. Ver que tu compañero va íntegro da confianza. Hago esfuerzos por hablar y decir alguna que otra chorrada para mantener ese espíritu de ánimo. Hay un momento en el que me noto algo cansado pero no se muy bien por qué … ah sí, de repente le grito a Trebo cual si de un espectador me tratase, ¡Vámos Trebo, arriba ese ánimo, fuerza y honor, ese equipo de T-Diesel! y me digo a voz en grito lo mismo para mi …A falta de pan … El caso es que me sube el ánimo y vuelvo a notar que nos aceleramos.


Creo recordar que Luis también se nos suma en la casa de campo pero no recuerdo exactamente a qué altura.


Sigo diciendo chorradas y así llegamos hasta la estación del metro de “Lago” en donde se encuentra nuestra compañera Mabel con su chico y nos anima. Otro subidón para soportar la cuesta intensa que tenemos por delante.


Como me conozco la cuesta le digo a Trebo que tenemos que aguantar que solo es un suspiro. Una vez que la superamos tenemos una excelente bajada hacia “la puerta del Angel” pero giramos hacia la izquierda por la “avenida de Portugal”, pues por ahí discurre el trazado. Discurre a través de las obras de soterramiento de la carretera de Extremadura. Ha quedado bien, pero lo que se supone que es césped está seco y parece estropajo vegetal. ¡Alcalde ….a ver si nos ponemos las pilas!


Aquí me separo de mi compañera pues ella entra un momento al baño a la altura del km 30 y me dice que continúe. Me lo pienso por lo de los retortijones pero continúo. ¡No hay dolor! Veo pasar dos chicos con patines, uno de ellos llevaba una botella de agua encima de la cabeza. Menudo equilibrio. Salgo a la calle "marqués de monistrol", una pequeña cuesta y nada más conectar con el “Paseo de la hermita del Santo” (San Isidro) me encuentro con “Roger, Piratafeliz y Dmosquera”, que me dan nuevos ánimos, me tiran fotos y …”Pirata y Diego” me acompañan unos 200 metros. Les digo que muy de cerca me sigue “Treboada” que vayan a por ella.


Voy camino del “puente de San Isidro”. . Es aquí creo por dónde Rollano me debió ver. Atravesando el puente. Se que voy a entrar en una zona psicológicamente dura porque nos alejamos del objetivo. Es como si volviésemos hacia atrás pues vamos hacia la calle de Segovia que se desvía del itinerario que tenemos que coger después. Entro en la calle “Juan Duque” y veo a dos paracaidistas que van andando, supongo que empezaron muy fuerte y lo están pagando ahora.


Subo por la “calle de Segovia” en dirección al viaducto, detrás de la catedral de la Almudena, pero enseguida se gira hacia la derecha hacia el “paseo imperial”. En la subida y justo al girar me choco con un corredor que me ha cerrado sin querer y le pido disculpas. Le pongo una mano en la espalda volviéndole a pedir disculpas pero noto que no le hace mucha gracia.


Algo que me sorprende y me molesta es la actitud de muchos corredores que al ir andando en lugar de apartarse de la zona central para dejar pasar a los que van corriendo no se sitúan en los laterales con lo que se convierten en continuos obstáculos que hay que sortear lo que provoca que a veces tengas que variar el ritmo, incluso casi detener la marcha para no chocarte con ellos. Yo no lo entiendo pero son muchos los que lo hacen. A mi no me parece bien esa actitud porque incluso hay veces que te encuentras a grupos de tres personas que van charlando tan tranquilos mientras tu con las fuerzas justas intentas tienes que sortear además esos obstáculos que bien podrían evitarse con un poco de solidaridad por parte de aquellos. Tal vez debería contemplarse en el Reglamento de la carrera por si alguno no ha caído en la molestia que provoca esa actitud.


El recorrido desde la plaza de “Francisco Morano” hasta la conexión con la “calle Méndez Álvaro” es un trazado muy regular, descendente, neutro, ascendente, con mucha animación hacia los corredores. Hasta el inicio del ”paseo del Doctor Vallejo Nájera” se podía correr por la sombra, evitando las altas temperaturas que empezaban a tomar cuerpo. Pero a partir de ahí y sobre todo en la “calle ferrocarril y Bustamante” el calor se empieza a notar en exceso. Yo evito las duchas para que me alteren lo menos posible. Quiero mantener ese equilibrio.


La subida por “Méndez Álvaro” es infernal. Cansancio, calor, mucho calor. Muchos corredores que van caminando. Aún queda un buen tramo y solo acordarme de la calle “Menéndez Pelayo” me hace pensar que todavía queda un buen trecho por recorrer y que hay que aguantar un poco más.


Corono “Atocha” y al girar para coger el “paseo de reina cristina” hay un grupo flamenquito tocando una rumba y les doy las gracias aplaudiéndoles (No recuerdo dónde pero se que cuando nos aplaudió el público también les aplaudí) y ellos me responden o eso creo, haciendo una estrofa que decía algo así como …”el de la gorra que va a acabar” o algo así.


A mitad del paseo me aplauden el padre y la hermana de “Trebo”, nuevo subidón, esta vez al padre le veo más relajado, me jalea y le veo feliz. Eso me anima mucho.


Se que puedo tirar más pero a la vez noto que puedo cometer un error si paso esa mínima frontera. Además me tengo que reservar para la cuesta final.


Entro en la “Plaza Mariano de Cavia” y empiezo a darme cuenta que lo puedo conseguir. Me cruzo con una chica con la que nos vamos alternando la posición de liebre. Cuando enfilo hacia “Menéndez Pelayo” me grita Javi Sanz que siga adelante, me da ánimos, nuevo supersubidón. Qué importantes son los ánimos para los corredores sobre todo en esos momentos. La chica a la que hacía referencia la veo que afloja un poco, la miro y la digo ¡vénga ánimo que ya lo tenemos! A la altura de la curva de Menéndez Pelayo, km 40, donde están los semáforos veo a “Marieta” que sale de la fila con su pierna escayolada para jalearme. Menuda alegría. Sale disparada. Cualquiera diría que tiene una pierna escayolada. Yo creo que su chico la sujeta porque sale disparada. Qué genial. Choco su mano. Qué emoción. Incluso ahora al recordarlo se me empañan los ojos.


Sigo subiendo. Se que mis hijos están más arriba en el cruce con la calle 12 de octubre. Los veo desde lejos. Ellos a mi no. Noto cierta cara de preocupación como si no me hubieran visto pasar o inquietos en todo caso por no verme. El primero que me divisa es mi hijo Jorge al que le saludo con la mano. Paso al lado de ellos y choco sus manos, Fernando, Carlos, Jorge, Curra, Álvaro, Curra y mi hermano mayor, les digo que voy muy bien y que les espero en la meta.


Tras pasar ese cruce se nota que la pendiente se va haciendo más llana y cuando llego a “O´Donnell” en el giro hacia el “Paseo Fernán Núñez” subo algo el ritmo, aquí el calor del público es impresionante, pasas a su lado, te sientes feliz. La meta se me hace lejana. Comienzo a recorrer el paseo, para mi gusto demasiado ancho entre orilla y orilla, se pierde el calor del público con tanta distancia (la meta sin embargo para mi gusto es estrecha).


Se me hace larga la llegada. Mi reloj me dice que ya he pasado de los 42, 195 km pero aún no veo la meta. Se suceden muchos arcos hinchables hasta que diviso la meta. Acelero y le doy un buen ritmo de carrera, ahora se que tengo la meta en el bolsillo. Esprinto y tengo que entrar por un lateral para no chocar con otros corredores. Grito y creo que asusto a más de uno. Alegría indescriptible. YA SOY MARATONIANO.


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Mi tiempo neto “04:16:17”. Mi ritmo medio 6:04 min./km. Mi velocidad media 9,87 Km./h y mi posición la 5496 de 7320 (hombres) y la 896 de 1174 de mi categoría.


Según mi crono recorrí 42,80 km a un ritmo medio de 5,59 siendo el más rápido de 3,55. Con un desnivel +1.189,9 / -1.184,4 y un consumo de calorías de 4.015.

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