sábado, 15 de noviembre de 2014

IV CARRERA DE MONTAÑA VILLA DE LA ADRADA - 9 de diciembre de 2014 -



"Los días memorables de la vida tienen una luminosidad más intensa que los normales"
Stefan Zweig - El mundo de ayer - 



Segunda carrera de una nueva etapa de mi vida como corredor, en dónde la experiencia y una serie de circunstancias me posicionan en lo que un buen amigo corredor, Javi Sanz, define como "correr para vivir". Y para explicarlo dice lo siguiente ..."Me he instalado en esa etapa en la que estoy cómodo sin apreturas, sin hostigamientos, en la que no estoy obligado a nada en el plano carreril. No tengo que hacer unos km semanales ni tengo que seguir ningún plan ..., que salgo cuando quiero, el tiempo que quiero y sin limitaciones". En ese momento me encuentro, recuperándome tras una lesión de la que no estoy seguro de haberla dejado completamente atrás pero sin parar y sobre todo dedicado a "disfrutar" de las carreras de montaña. Nada de buscar mejores marcas, ni el estrés correspondiente de seguir un plan que no vaya encaminado a fortalecer y a evitar lesiones. Nada de retos que me pongan al límite y que puedan conducirme de nuevo a lesiones; por eso, de momento, lo que persigo es disfrutar de la carrera. Esforzarme por supuesto pero sin llevarlo al límite. Correr por el mero disfrute de correr. Correr rápido cuando te lo pide el cuerpo, reducir la marcha o caminar cuando tu corazón te llama al orden. Disfrutar. Y así la verdad es que soy feliz. Cuánto me durará, pues no lo sé, pero estoy disfrutando. Y claro está lo que me llama la atención es la montaña. Me gusta el ambiente. Tienes la posibilidad de ir disfrutando de lo que ves mientras corres. Me gusta hacer la cabra cuando bajo camino abajo. Realmente soy feliz en la montaña y no hecho de menos el asfalto aunque me ha dado momentos muy felices e inolvidables. De no haber sido por el asfalto no estaría escribiendo esto. ¿Es una evolución? En mi caso es probable. ¿Volveré al asfalto y a luchar por mejorar las marcas? Nunca se puede decir de este agua no beberé pero de momento ni me lo planteo.

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Después de este rollo, creo que ya es hora de hablar de esta carrera. En primer lugar mi agradecimiento a "Madrid Trail" pues a través de ellos tuve conocimiento de la carrera. Estuve visitando webs de montaña y no encontraba ninguna que no fueran medios maratones o similares, pero de 10 km, ninguna. Así que, la organización de esta carrera me vino como agua de mayo y así acompañado con mi compañero de fatigas en esta nueva etapa, Adrián, nos echamos a correr el monte.

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La distancia desde Madrid hasta La Adrada es asequible, y cómo el comienzo de la carrera era a las 10,30 te permite no tener que madrugar demasiado. Con algo más de una hora llegas sin contratiempo. Aparcar no es ningún problema. Todo queda cerca, a vista de Castillo, que lo domina todo, como las montañas.

El fin de semana se presentaba lluvioso, tras una semana anterior en la que hizo un tiempo más propio de finales de primavera que de otoño. El sábado en Madrid hizo frío y fue lluvioso sin embargo conforme fueron pasando las horas, las probabilidades de lluvia fueron reduciéndose.

Llegamos con tiempo suficiente, el ambiente era fresco pero más por la humedad que por el frío. El arco de meta-llegada estaba levantado junto a la "Ermita de la Yedra" y nos dirigimos al templete de música en el que se habían situado las mesas de los dorsales. Tras recoger el dorsal, había que meter algo de calor en el cuerpo y qué mejor que con el preceptivo café. Por suerte había un bar abierto al otro lado de la carretera, el bar Canadá. El nombre no podía ser más apropiado para una carrera de montaña. El interior tampoco defraudaba. 

(Bar Canadá)

Tras el oportuno café y demás, regresamos a la zona de carrera. El ambiente era distendido y amigable. Todo muy tranquilo, sin agobios. Tal vez habíamos llegado pronto pero el tiempo se nos pasó rápido. Me encontré con conocidos de Villaviciosa de Odón y con otros a los que conocía de otras carreras de asfalto, con mención especial para la corredora veterana, Teresa Escobar, hija adoptiva de Toledo.

Antes de la carrera calentamos unos minutos. La carrera tiene un perfil exigente, más complicado que el de Soto del Real pues se comienza subiendo prácticamente nada más empezar la carrera y así hasta más allá de la mitad del recorrido.




Las salidas son todas iguales. Mucho lío. No hay prisa. Ya habrá tiempo de correr y hay que reservar fuerzas que luego harán falta.
(Fotografía cortesía de Belén Álvarez)

Hay que saludar a la cámara. El día no podía ser más especial. El paisaje espectacular. 


(Fotografía: Belén Álvarez)

El recorrido es exigente y no se para de subir, aunque antes hay que atravesar un riachuelo en el que cada cual elige, mojarse o no, truco o trato, susto o muerte. Yo elegí no mojarme por varias razones, me dolía la garganta, de hecho el lunes acudí al médico y me mandó antibiótico; por otra parte, comenzar una carrera con la incomodidad de ir con los pies mojados pues no le veía la necesidad. Pese a todo hubo muchos y "muchas", tal vez la mayoría, que en lugar de esperar a cruzar por las piedras atravesaron por el agua. No fue mi caso. En el Maratón Alpino Madrileño por mojarme las zapatillas me salió en el talón una ampolla impresionante y no quería repetir la experiencia. Sí, es duro, ver que corredores que has adelantado, te adelantan por esperar tu turno a cruzar por "sagrado" pero si piensas que queda carrera los remordimientos se te pasan enseguida.


Tras cruzar el riachuelo comienza lo duro. Adrián va como un tiro en las cuestas y no puedo seguirle el ritmo, pero volvemos a reunirnos en zonas más llanas. Si tengo que parar paro pero no gratuitamente.


Me esfuerzo y solamente cuando veo que ese esfuerzo no me compensa por el sufrimiento camino. Por el recorrido sé que practicamente la mitad es cuesta arriba con lo que no queda otra que aguantar. Es duro cuando te adelantan o cuando ves que no puedes seguir a tu compañero, pero sé que luego recupero e iré rápido en los llanos y bajadas.

Cruzamos la presa de agua por un puente en el que la chapa metálica del final te hace ir dando saltos amortiguados. Mientras cruzo voy mirando la superficie del agua y todo lo que rodea el embalse. 


Se sigue subiendo. Y al cabo de un rato de continuar por la pista forestal a lo lejos se divisa el puesto de avituallamiento que sirve para desviar los que corremos los 10 km. Tomo un sorbo de bebida isotónica de naranja, aunque también hay trozos de plátano y naranja, de lo que recuerdo. 


En ese punto coincido con Adrián y emprendemos la bajada.


Comienza la bajada por un roquedal. Una corredora nos deja paso. Estoy impaciente por lanzarme montaña abajo y bajo casi saltando. En uno de los saltos noto que no he caído bien porque noto cierto latigazo en la espalda pero no va a más. Bajo a toda leche y me encanta. Me embalo. Me gusta correr con esa sensación de libertad. 

La zona de castaños es para vivirlo y sentirlo. Se suceden toboganes. Vamos muy rápido. La bajada es generosa. Se acerca el tramo final. Seguimos muy rápidos.

(Fotografía: Belén Álvarez)

Este es el momento en el que salimos del bosque para continuar directos hacia el final de la carrera. Pero no todo es cuesta abajo, pues también hay repechos. De hecho todavía queda más que un falso llano una nueva y larga cuesta que hace pupa. Pero luego llega una nueva bajada entre piedras. Se nos mete una moto de trial que nos impide ir más deprisa y para colmo vamos tragando el humo del tubo de escape. La pareja de chico-chica que van delante no le dejan pasar y eso contribuye a provocar la situación. Por suerte el tramo es corto. Ya enfilamos la parte final. Podemos adelantar a la pareja. La chica es la tercera de la carrera. Nos parece una fantasmada adelantarlos (o intentarlo) y no lo hacemos y mantenemos el intenso ritmo hasta la meta. Es gracioso porque yo fui rápido porque parecía que Adrián iba rápido y él luego me dijo que tuvo la misma sensación y por eso incrementó el ritmo. Tiempo: 54,40.


Nada más llegar, bebida isotónica, caldito, cambiarse para no coger frío, platanito, bollos caseros, caldito y cháchara con corredores.





Y tras agradecer a los voluntarios y a la organización lo bien que nos han tratado, regresamos a casa haciendo planes para una próxima aventura.

(Continuará)